Desde el próximo mes de enero se avecinan numerosos cambios en la factura eléctrica: pero el deseo de una rebaja en los importes que pagan los consumidores todos los meses, o la mera comprensión del recibo que llega a casa, puede quedarse en una decepción generalizada. Razones hay de sobra para no elevar demasiado el optimismo en uno de los gastos familiares que más tensiones crean en la sociedad y la política.
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